jueves, 6 de mayo de 2010

Nuevas herramientas, nuevas metodologías (1). ¿Quién teme al “busca, copia y pega” de Internet?

¿Cuál es el problema del “busca, corta y pega”?

Son muchos los profesores que se lamentan de que, cuando encargan a sus alumnos hacer un trabajo sobre un tema, los estudiantes utilizan Internen como fuente de información para localizar trabajos similares a los que deben realizar y entonces proceden al “copia y pega”.

En estos casos, apenas realizan una lectura superficial para ver si procede la copia o si conviene recortar algo, no hay comprensión, ni análisis, ni elaboración de síntesis personal, ni apropiación, ni aplicación… no se construye nuevo conocimiento ni se desarrollan más competencias que las asociadas a esta “busca, copia y pega” dirigida a dar respuesta a la tarea encomendada por el profesor.

De hecho algo parecido ya ocurría décadas atrás, cuando no existía Internet. Entonces la fuente de información eran las bibliotecas, y allí es donde los estudiantes de antaño copiábamos fragmentos de los libros y revistas para hacer nuestros trabajos. Pero existía un mayor esfuerzo, y no solamente muscular y psicomotriz al tener que copiar a mano estos textos, sino también cognitivo. Las publicaciones de las bibliotecas están escritas en un lenguaje culto y tienen un rigor y profundidad científica casi siempre muy superior a los requerimientos de los trabajos de los estudiantes, por lo que deben realizar un meticuloso proceso de selección y, más allá de las citas referenciadas, deben reelaborar y reescribir casi siempre la información que encuentran.

En Internet no es necesario, ya que además de los documentos con rigor científico pueden encontrarse también infinidad de trabajos hechos por oros estudiantes y alguno de ellos, con retoques o incluso sin ellos, a menudo podrá servir. Basta “buscar, copiar y pegar”.

Y buscar es fácil. Además de las potentes herramientas de búsqueda asociadas a los navegadores y de los portales especializados en recopilar estos trabajos de los estudiantes (véase por ejemplo “el rincón del vago” ), los estudiantes disponen de canales permanentes de comunicación con sus amigos y colegas como la mensajería instantánea (Messenger…) y las redes sociales (Facebook, Tuenty…) donde pueden preguntar dónde encontrar trabajos similares a los que deben hacer.

Normalmente este tipo de trabajos son grupales; como nos alumbró Vigotsky, el trabajo en grupo colaborativo puede ser más enriquecedor y puede facilitar más y mejores aprendizajes. Pero, ¿qué ocurre… a veces? Que los alumnos se reparten las tareas grupales que van a ir recibiendo durante el curso y, aunque firman todos, solamente trabaja uno. Bueno, a veces incluso se lo encargan a un amigo que sabe mucho, a cambio de otros favores.

¿Se enterará el profesor? El profesor recogerá los trabajos el día acordado y los corregirá, muchas veces en casa los fines de semana, por falta de tiempo en la escuela. A veces, tras la fastuosa portada con la que los estudiantes suelen envolver sus trabajos, descubrirá la “copia” fraudulenta sorprendido ante el lenguaje culto empleado por unos alumnos de pobre vocabulario, o por la complejidad de los conceptos utilizados, o por alguna referencia a la “fuente de información plagiada” que los estudiantes olvidaron de borrar. Otras veces, el profesor no se enterará de la “copia”. Y a menudo tampoco tendrá la certeza de que el trabajo lo hayan realizado todos los integrantes del grupo.

Es por todo esto que muchos profesores intentan detener el tiempo y mantener sus clases congeladas en el pasado negando la entrada de la tecnología y tomando medidas tan peculiares como prohibir a los estudiantes el uso de Internet como fuente información para estas tareas o exigir que los trabajos se presenten manuscritos.

¿Quién es el culpable de todo esto?

No hay duda de que con el simple “busca, corta y pega” no se aprende nada y tanto estudiantes como profesores pierden el tiempo. Pero, ¿Quién es el culpable? ¿Internet, por facilitar canales de comunicación y acceso a todo tipo de información? ¿Los estudiantes, por aplicar la ley del mínimo esfuerzo? ¿Los profesores, por utilizar metodologías del pasado en una época en la que hay nuevas herramientas que exigen el uso de nuevas metodologías?

¿Cómo la pizarra digital nos ayuda a integrar el “busca, corta y pega” en las buenas prácticas?

Partimos de la base de que los estudiantes si quieren practicarán el “busca, corta y pega”. Y lo que haremos será proponer una actividad en la que “necesariamente” deben reelaborar la información que encuentren en Internet, una actividad en la que necesariamente deban construir conocimiento para compartirlo con los compañeros y el profesor. Veamos la propuesta:

1.- En vez de encargar a cada grupo de tres alumnos que preparen un dosier sobre un tema, les encargamos que preparen una síntesis del mismo en 4 o 6 diapositivas esquema (conviene que cada grupo se ocupe de un tema distinto).

2.- Las diapositivas tendrán un máximo de 10 líneas con letra grande para que se puedan ver bien desde el final de la clase, e incluirán cada una alguna imagen significativa.

3.- Nuestro propósito no será revisar y corregir en casa o en el despacho sus trabajos, sino que los presenten ellos en clase con la pizarra digital para corregirlos en el aula entre todos.

4.- Además incentivaremos el interés de toda la clase anunciando que quienes descubran errores (ortográficos, de contenido…) en las diapositivas o en las palabras de los alumnos ponentes, recibirán una nota positiva, así como quienes les planteen preguntas interesantes relacionadas con el tema. Si motivamos adecuadamente al alumnado, podemos tener unas clases muy participativas.

No obstante, esta corrección colectiva supondrá dedicar un tiempo, quizás dos clases. Pero si los temas de cada grupo son distintos y de relevancia, estaremos aprovechando este tiempo para repasar y profundizar en aspectos importantes de la asignatura.

5.- Los estudiantes deben saber que presentar oralmente unas diapositivas no quiere decir leer los esquemas ante la clase, sino comentar, relacionar, completar con ejemplos… cada uno de los ítems del esquema. Si se limitan a leer su evaluación va a ser “0”, por bien que pueda estar el contenido.

Así, aunque encuentren en Internet alguna presentación que se pueda ajustar a su trabajo, necesariamente tendrán que revisarlas detenidamente y preparar un guión con lo que piensan decir de cada diapositiva. También tendrán que cuidar conocer bien el significado de cada palabra, concepto o dato que pongan en las diapositivas, pues el profesor o cualquiera de sus compañeros podrán hacerles preguntas.

Aquí es donde está la clave de esta actividad. No basta con empaquetar un dosier con lo que encuentran por Internet. El grupo de estudiantes se ve obligado a preparar la exposición oral ante la clase. Y esta preparación les exigirá comprender, analizar, elaborar una nueva síntesis… construir nuevo conocimiento. Luego durante la presentación podrán desarrollar sus competencias de comunicación lingüística, autonomía e iniciativa, aprender a aprender… al exponer sus trabajo y contestar las preguntas de los compañeros y del profesor.

6.- El profesor opcionalmente podrá hacer preguntas sobre el trabajo y su proceso de elaboración a los componentes de cada equipo, para asegurarse de que sí han trabajado en el proyecto.

La nota que obtenga cada alumno dependerá de tres factores: la calidad y adecuación del contenido de las diapositivas, lo bien que lo expliquen a sus compañeros en clase y lo bien que contesten las preguntas del profesor. De manera que en un mismo grupo, no necesariamente todos los integrantes del mismo obtendrán la misma calificación; aunque el trabajo esté muy bien y la presentación se haga muy bien, si alguno no sabe contestar las preguntas del profesor puede quedarse con una mala nota.

Nuevos tiempos y nuevas herramientas requieren nuevas metodologías.



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