lunes, 26 de julio de 2010

Centros de excelencia SMART: uso habitual de la PDI en las clases con ventajas sustanciales.

Durante dos cursos escolares (2008-2010), 22 centros docentes de toda España dotados con pizarras interactivas SMART en sus aulas de clase han participado en la INVESTIGACIÓN del grupo DIM-UAB CENTROS DE EXCELENCIA SMART, en la que han intervenido 400 profesores de distintos niveles educativos no universitarios.

Se pretendía conocer qué ocurre en un centro docente cuando dispone de una pizarra digital interactiva (PDI) en todas las aulas y el profesorado recibe una formación sobre su uso didáctico adecuada y orientada a la innovación metodológica: ¿qué nuevos modelos didácticos se utilizan?, ¿qué ventajas se obtienen?, ¿mejoran los aprendizajes…?, ¿cuál es la formación mínima necesaria?

Para ello, diseñamos un sistema de formación eficaz y eficiente adaptable a las características de cada centro, con el fin de que proporcionara la FORMACIÓN e ILUSIÓN necesaria al profesorado para aplicar con éxito en sus clases los nuevos modelos didácticos que ofrecen las PDI. Los coordinadores de la investigación ajustarían la formación en cada centro para lograr que TODO el profesorado integrara el uso de la PDI en sus clases.

Y efectivamente, al final del estudio (junio 2010) el 80% los profesores la utilizan por lo menos en el 40% de las clases (un 60% de profesores la utiliza por encima del 60% de sus clases), llegando casi al 100% los profesores que la usan al menos en un 20% de las clases.

De esta manera probamos que el SISTEMA DE FORMACIÓN (estructura, contenidos y metodología) resulta eficaz. Y también es eficiente, pues se realiza mediante 4 seminarios formativos en cada centro y contando con el soporte continuado de un “profesor asesor PDI” interno. Además, el nivel de satisfacción sobre la formación recibida y de los recursos educativos del portal SMART fue muy alta.

En un próximo post detallaremos este exitoso sistema de formación, que de todas maneras puede consultarse en el portal de la investigación: http://www.peremarques.net/smart/

A lo largo de estos dos años, se ha incrementado la utilización de TODAS las FUNCIONALIDADES de las pizarras interactivas SMART, aunque las actividades realizadas en las clases siguen mayoritariamente MODELOS DIDÁCTICOS centrados en la actividad y control del profesor: tutelada ante la PDI, exposiciones magistrales, búsqueda de informacióncorrección pública de trabajos, realización de ejercicios entre todos

No obstante se aprecia un fuerte incremento de otros MODELOS DIDÁCTICOS con mayor actividad y autonomía por parte de los estudiantes (más en consonancia con el “aprender haciendo” y los paradigmas pedagógicos centrados en competencias): presentación de recursos y trabajos con la PDI, elaboración de síntesis en clase en la PDI, comentarios sobre la prensa digital, los alumnos hacen de profesor y explican temas a sus compañeros con la PDI…

En el apartado de las VENTAJAS, los profesores afirman de manera prácticamente unánime que con el uso de la PDI aumenta la atención y motivación del alumnado, se dispone de muchos más recursos multimedia que favorecen la comprensión de los contenidos por parte de los estudiantes, que participan y se implican más en las clases. Igualmente manifiestan que así se facilita: la contextualización de las actividades, la realización de actividades colaborativas y la corrección colectiva de los trabajos (algunos profesores disienten), la renovación metodológica de las actividades de enseñanza y aprendizaje, y el logro de los objetivos educativos.

Consideran que los alumnos potencian su creatividad e imaginación, la soltura al hacer exposiciones y argumentar y también su memoria (aunque sobre este punto también hay bastantes profesores que opinan lo contrario). Desde un punto de vista instrumental, se valora la comodidad al interactuar directamente sobre la pizarra PDI y la posibilidad de almacenar y recuperar luego las pantallas que se han visualizado y las anotaciones que se han realizado

Respecto a los APRENDIZAJES, el 93% de los profesores considera que los alumnos mejoran sus aprendizajes al realizar actividades con la PDI, aunque solamente un 49% cree que incide en una mejora de las calificaciones académicas. Y un 25% opina abiertamente que no hay mejora. Esta contradicción aparente puede explicarse por el hecho de que los exámenes con gran incidencia en las calificaciones de los estudiantes suelen ser generalmente memorísticos, en tanto que las actividades que se realizan ante la pizarra interactiva suelen ser más aplicativas. De manera que las competencias desarrolladas trabajando con la PDI luego no se valoran en los exámenes.

Finalmente destacar que la mayoría de los profesores también manifiesta que les resulta agradable realizar actividades con la PDI, a pesar de que hay el INCONVENIENTE de que les supone un mayor trabajo. No obstante, casi todos ellos creen que este aumento de trabajo merece la pena por los resultados que se obtienen. Por su parte, a los alumnos también les gusta trabajar con la PDI, y la mayoría cree que así aprende más.

Ver toda la información de la investigación en http://www.peremarques.net/smart/

domingo, 4 de julio de 2010

Recetas para acabar con el 50% del fracaso escolar (1): Pon exámenes más fáciles

Está claro que estamos haciendo las cosas mal. Un 30% “crónico” (desde siempre) de fracaso escolar “reconocido” al final de la etapa de enseñanza obligatoria debería ser algo INACEPTABLE para los docentes, para los pedagogos, para los políticos, para las familias…

Evidentemente las soluciones no son fáciles, pero a partir de las investigaciones que estamos realizando desde el grupo “Didáctica y Multimedia” (DIM-UAB) de la Universidad Autónoma de Barcelona hemos identificado algunas “recetas” que pueden ayudarnos a reducir significativamente este problema. Algunas de ellas requieren el apoyo de los nuevos instrumentos tecnológicos (TIC).

Ahí va la primera “receta”. Agradeceré comentarios críticos y el contacto de profesores que quieran unirse a nuestras investigaciones experimentando estas “recetas” con sus alumnos y proporcionando luego sus valoraciones.


¿Quieres reducir el fracaso escolar? Pues haz que los exámenes sean más fáciles.

Estaremos de acuerdo en que si hacemos que los exámenes les resulten más fáciles a los estudiantes, aprobarán más alumnos. ¿Verdad?

Pues se trata de hacer esto. Pero de una manera en la que además TODOS los estudiantes aprendan más y adquieran los conocimientos y competencias que la sociedad actual exige a sus ciudadanos. ¿Cómo? Veamos…

El origen del problema.

Actualmente, y aún cuando se van introduciendo sistemas de evaluación continua, la mayor parte de las actividades que configuran las notas de nuestros estudiantes proceden de exámenes memorísticos. De manera que los alumnos que no tienen buena memoria o no tienen técnicas de estudio, hábitos de concentración o la voluntad para pararse a memorizar, quedan prácticamente suspendidos.

Y así desde Primaria, poco a poco, estos alumnos se van frustrando y se van marginando más y más del sistema escolar. Muchos pasarán a ser abiertamente “alumnos problema” al llegar a la adolescencia en la ESO.

La propuesta: reduzcamos al 50% los exámenes memorísticos.

¿Por qué no dejamos que los alumnos hagan ALGUNOS de los exámenes con una “chuleta”? O, en su caso con sus los apuntes, con el libro de texto o con acceso a determinados contenidos de Internet.

Para resolver problemas más complejos de física o matemáticas podemos dejarles las fórmulas; para hacer comentarios de textos literarios podemos dejarles los apuntes sobre métrica, rima y figuras estilísticas; para comparar la sociedad de la Alta Edad Media con la del Renacimiento tal vez podemos dejarles consultar el libro de texto…

… Así podremos ver si el alumno sabe resolver problemas, si sabe hacer bien comentarios de textos literarios o si sabe confrontar y comentar las diferencias entre sociedades. Y… ¿verdad que suspenderían menos?

Claro que con estos exámenes con acceso a información no sabremos si el alumno sabe de memoria las fórmulas, las figuras estilísticas o todas las características del renacimiento… Solamente sabemos si sabe resolver problemas, si comenta bien los textos… Pero no hay problema...

... También seguiremos haciendo exámenes memorísticos

Cuando queramos evaluar la capacidad de memoria de estudiantes y conocer en qué medida han memorizado las fórmulas de física, les pondremos un examen de memoria de fórmulas de física, “sin chuleta”. Y ya está.

No estamos abogando por el abandono de la actividad memorística. Las personas necesitamos saber cosas de memoria, empezando por tener un amplio vocabulario con el que expresarnos al hablar o escribir. Aunque tengamos toda la información del mundo al alcance desde nuestro móvil, con Google…, necesitamos conocer muchos conceptos y hechos de referencia para poder comunicarnos con agilidad y hasta para poder buscar en Internet la información que necesitemos en cada momento.

De la misma manera que, aunque tengamos calculadoras para realizar cálculos complejos, necesitamos buenas competencias de cálculo mental con operaciones simples. De la misma manera que, aunque trabajemos con editores de texto y correctores ortográficos, necesitamos saber escribir con letra legible y sin faltas de ortografía.

En definitiva nuestra propuesta es…

En definitiva, nuestra propuesta es que antes de preparar un examen tengamos bien claro lo que pretendemos medir y no mezclemos en un mismo examen las “preguntas de memoria” con otras actividades cognitivas que ya diferenció Benjamin Bloom a mediados del siglo XX: comprender, analizar, sintetizar, aplicar, valorar…

De esta manera, si ponemos 2 exámenes (uno de “fórmulas sin chuleta” y otro de problemas “con chuleta”) el alumno que no ha memorizado las fórmulas suspenderá el examen de fórmulas, pero quizás aprobará el examen de problemas. Así evitaremos que los alumnos que no recuerden las fórmulas queden automáticamente suspendidos, sin opción a demostrar si saben analizar, razonar y solucionar los problemas. Y de esta manera muchos alumnos hiperactivos, poco dados a concentrarse y memorizar pero que comprenden bien las cosas, disponiendo de las fórmulas podrán resolver los problemas y aprobar los exámenes.

Por lo tanto, y en coherencia también con esta evolución hacia un verdadero curriculum por competencias, nuestra propuesta es que procuremos que al menos un 50% de los exámenes (o de los ejercicios con puntuación importante) se hagan permitiendo a los estudiantes el acceso a determinadas fuentes de información.

Huelga decir que en estos exámenes no podemos incluir “preguntas de memoria” como ¿qué obras escribió Cervantes?, ni problemas de rutina del tipo calcula el área de un cuadrado cuyo lado mide 3 cm. Como se ha comentado deberán ser exámenes centrados en actividades de comprensión, análisis, síntesis, aplicación de conocimientos, valoraciones…

Continuará...



Ver también: Recetas para reducir al 50% el fracaso escolar (2): ¿Qué hacen en Primaria en "2020"? y ¿por qué no mejoran las notas de los alumnos con las TIC?

jueves, 1 de julio de 2010

Recetas para acabar con el 50% el fracaso escolar (2): ¿Qué hacen en Primaria en “2020”?

Vamos a entrar por unos momentos en “2020”, un mundo de ficción - ¿o quizás ya no es ficción? – en el que los ciudadanos tienen SIEMPRE a su alcance un ordenador conectado a Internet. Siempre que lo necesitan se entiende, de la misma manera que hoy en día nosotros podemos acceder fácilmente a una calculadora o a un teléfono cuando nos hace falta.

Para comprender mejor las implicaciones sociales y educativas de esta circunstancia, antes retrocedamos al pasado y recordemos que a mediados del siglo XX no teníamos calculadoras a nuestro alcance, y por ello en la escuela nos enseñaban a hacer largas operaciones (sumas, multiplicaciones, divisiones, raíces cuadradas…) para aplicarlas cuando hicieran falta en la vida. En carreras como las ingenierías se hacían cálculos complejos con la ayuda de tablas de logaritmos y reglas de cálculo.

Y todo esto hasta que las calculadoras se hicieron omnipresentes, arrinconado a las reglas de cálculo y expulsando del curriculum a las largas operaciones manuales. Ya no eran necesarias, pues las calculadoras nos hacían el trabajo. Aunque ATENCIÓN: hay que seguir cultivando el cálculo mental y saber realizar con rapidez y fiabilidad operaciones cortas sin calculadora.

Pues bien, en “2020”, nuestro mundo de ficción, resulta que los ordenadores e Internet son omnipresentes y casi gratuitos para todos los ciudadanos. Además cada persona tiene un ordenador personal que le acompaña siempre (como hoy el teléfono móvil) y que configura a su gusto y utiliza para almacenar todas las informaciones (datos, agenda, correos…) que considera interesantes. Dispone también de un disco virtual en Internet, donde se va haciendo un duplicado instantáneo del contenido de su ordenador, de manera que también puede acceder a sus datos desde cualquier otro equipo.

En definitiva, estos ciudadanos tienen en el ordenador una memoria complementaria y una versátil caja de herramientas: para acceder a cualquier conocimiento (con los buscadores de Internet), para ver lo que ocurre en cualquier lugar del mundo (TV y prensa digita), para comunicarse con cualquier persona (e-mail, videocomunicación), para participar en redes sociales, para ayudar a su cerebro a procesar información (editores de texto y mapas conceptuales, hojas de cálculo…), para hacer telegestiones (compras)….

No voy a extenderme aquí en la lista de cosas que podemos hacer con un potente ordenador conectado a Internet. Pero si quiero insistir en la idea central: en “2020” los ciudadanos siempre que lo necesitan pueden disponer de su ordenador. Por ello dicen: “yo soy yo y mi ordenador”. De la misma manera que hoy nuestros jóvenes dicen: “yo soy yo y mi teléfono móvil”

Por supuesto, en “2020” la escuela prepara adecuadamente a sus alumnos para este contexto en el que van a vivir, y desde pequeños realizan muchas de las actividades escolares (y la mayor parte de los exámenes) teniendo a su disposición un ordenador. De la misma manera también utilizan lápices, papel y libros, y escriben a mano, leen libros, realizan comentarios orales, debaten temas… No se abandonan los aprendizajes esenciales de toda la vida.

En este marco, en la Enseñanza Primaria se procura especialmente que los estudiantes adquieran buenas competencias: lectura comprensiva; expresión oral y escrita de ideas, sentimientos y síntesis de lecturas (con el menor número de faltas de ortografía y con un enriquecimiento progresivo de su vocabulario); razonamiento crítico; análisis gramaticales y del entorno que les rodea; cálculo mental; estrategias metodológicas para enfrentarse a diversas tareas y resolver problemas; creatividad e iniciativa; conocimiento de sí mismos y de los demás, que vayan configurando un sistema de valores…

… Y también por supuesto que conozcan su entorno natural y social, pero a partir de amenas explicaciones y sobre todo de actividades prácticas, realizadas muchas veces en grupo, con el apoyo de los ordenadores y con exposición final a toda la clase en la pizarra digital. Ver ejemplo.

Se realiza una evaluación continua, pero periódicamente se desarrollan unas actividades tipo examen que tienen una mayor incidencia en su calificación académica. Aunque algunos exámenes son memorísticos (dictados, fórmulas, conceptos básicos, hechos y lugares relevantes…), en la mayor parte de estos exámenes los alumnos pueden utilizar su ordenador como memoria complementaria (acceso a informaciones) e instrumento para el proceso de la información (editor, calculadora…).

… Y como es una ficción, diremos que tanto los alumnos más aventajados como los menos aplicados adquieren un buen nivel en las competencias básicas, ya que las trabajan mucho en clase y con actividades atractivas para ellos. Y como además la mayor parte de los exámenes no son memorísticos, y en definitiva consisten en aplicar las habilidades desarrolladas en los ejercicios realizados durante el curso, (no dependen de su memoria) la mayor parte de los alumnos (exceptuando los que tienen fuertes deficiencias o están inmersos en una problemática social grave) se esfuerzan y aprueban.

En Primaria hay pues un bajo fracaso escolar, de manera que la mayoría de los alumnos afronta la ESO con confianza e ilusión: saben que si se esfuerzan y trabajan (aunque tengan mala memoria) podrán aprobar.

Quizás ha sido una ficción veraniega, pero… ¿nos podría funcionar también en nuestro mundo 2010?

OBSERVACIONES: Hay que seguir estudiando. "No tener que memorizar para el examen" no significa "no tener que preparar los exámenes". Hay que "saber hacer" y esto solo se aprende trabajando durante el curso. El esfuerzo sigue siendo imprescindible.

Ver también: ¿Por qué no mejoran las notas con las TIC? y Recetas para reducir un 50% el fracaso escolar (1): Pon exámenes más fáciles.

jueves, 6 de mayo de 2010

Nuevas herramientas, nuevas metodologías (1). ¿Quién teme al “busca, copia y pega” de Internet?

¿Cuál es el problema del “busca, corta y pega”?

Son muchos los profesores que se lamentan de que, cuando encargan a sus alumnos hacer un trabajo sobre un tema, los estudiantes utilizan Internen como fuente de información para localizar trabajos similares a los que deben realizar y entonces proceden al “copia y pega”.

En estos casos, apenas realizan una lectura superficial para ver si procede la copia o si conviene recortar algo, no hay comprensión, ni análisis, ni elaboración de síntesis personal, ni apropiación, ni aplicación… no se construye nuevo conocimiento ni se desarrollan más competencias que las asociadas a esta “busca, copia y pega” dirigida a dar respuesta a la tarea encomendada por el profesor.

De hecho algo parecido ya ocurría décadas atrás, cuando no existía Internet. Entonces la fuente de información eran las bibliotecas, y allí es donde los estudiantes de antaño copiábamos fragmentos de los libros y revistas para hacer nuestros trabajos. Pero existía un mayor esfuerzo, y no solamente muscular y psicomotriz al tener que copiar a mano estos textos, sino también cognitivo. Las publicaciones de las bibliotecas están escritas en un lenguaje culto y tienen un rigor y profundidad científica casi siempre muy superior a los requerimientos de los trabajos de los estudiantes, por lo que deben realizar un meticuloso proceso de selección y, más allá de las citas referenciadas, deben reelaborar y reescribir casi siempre la información que encuentran.

En Internet no es necesario, ya que además de los documentos con rigor científico pueden encontrarse también infinidad de trabajos hechos por oros estudiantes y alguno de ellos, con retoques o incluso sin ellos, a menudo podrá servir. Basta “buscar, copiar y pegar”.

Y buscar es fácil. Además de las potentes herramientas de búsqueda asociadas a los navegadores y de los portales especializados en recopilar estos trabajos de los estudiantes (véase por ejemplo “el rincón del vago” ), los estudiantes disponen de canales permanentes de comunicación con sus amigos y colegas como la mensajería instantánea (Messenger…) y las redes sociales (Facebook, Tuenty…) donde pueden preguntar dónde encontrar trabajos similares a los que deben hacer.

Normalmente este tipo de trabajos son grupales; como nos alumbró Vigotsky, el trabajo en grupo colaborativo puede ser más enriquecedor y puede facilitar más y mejores aprendizajes. Pero, ¿qué ocurre… a veces? Que los alumnos se reparten las tareas grupales que van a ir recibiendo durante el curso y, aunque firman todos, solamente trabaja uno. Bueno, a veces incluso se lo encargan a un amigo que sabe mucho, a cambio de otros favores.

¿Se enterará el profesor? El profesor recogerá los trabajos el día acordado y los corregirá, muchas veces en casa los fines de semana, por falta de tiempo en la escuela. A veces, tras la fastuosa portada con la que los estudiantes suelen envolver sus trabajos, descubrirá la “copia” fraudulenta sorprendido ante el lenguaje culto empleado por unos alumnos de pobre vocabulario, o por la complejidad de los conceptos utilizados, o por alguna referencia a la “fuente de información plagiada” que los estudiantes olvidaron de borrar. Otras veces, el profesor no se enterará de la “copia”. Y a menudo tampoco tendrá la certeza de que el trabajo lo hayan realizado todos los integrantes del grupo.

Es por todo esto que muchos profesores intentan detener el tiempo y mantener sus clases congeladas en el pasado negando la entrada de la tecnología y tomando medidas tan peculiares como prohibir a los estudiantes el uso de Internet como fuente información para estas tareas o exigir que los trabajos se presenten manuscritos.

¿Quién es el culpable de todo esto?

No hay duda de que con el simple “busca, corta y pega” no se aprende nada y tanto estudiantes como profesores pierden el tiempo. Pero, ¿Quién es el culpable? ¿Internet, por facilitar canales de comunicación y acceso a todo tipo de información? ¿Los estudiantes, por aplicar la ley del mínimo esfuerzo? ¿Los profesores, por utilizar metodologías del pasado en una época en la que hay nuevas herramientas que exigen el uso de nuevas metodologías?

¿Cómo la pizarra digital nos ayuda a integrar el “busca, corta y pega” en las buenas prácticas?

Partimos de la base de que los estudiantes si quieren practicarán el “busca, corta y pega”. Y lo que haremos será proponer una actividad en la que “necesariamente” deben reelaborar la información que encuentren en Internet, una actividad en la que necesariamente deban construir conocimiento para compartirlo con los compañeros y el profesor. Veamos la propuesta:

1.- En vez de encargar a cada grupo de tres alumnos que preparen un dosier sobre un tema, les encargamos que preparen una síntesis del mismo en 4 o 6 diapositivas esquema (conviene que cada grupo se ocupe de un tema distinto).

2.- Las diapositivas tendrán un máximo de 10 líneas con letra grande para que se puedan ver bien desde el final de la clase, e incluirán cada una alguna imagen significativa.

3.- Nuestro propósito no será revisar y corregir en casa o en el despacho sus trabajos, sino que los presenten ellos en clase con la pizarra digital para corregirlos en el aula entre todos.

4.- Además incentivaremos el interés de toda la clase anunciando que quienes descubran errores (ortográficos, de contenido…) en las diapositivas o en las palabras de los alumnos ponentes, recibirán una nota positiva, así como quienes les planteen preguntas interesantes relacionadas con el tema. Si motivamos adecuadamente al alumnado, podemos tener unas clases muy participativas.

No obstante, esta corrección colectiva supondrá dedicar un tiempo, quizás dos clases. Pero si los temas de cada grupo son distintos y de relevancia, estaremos aprovechando este tiempo para repasar y profundizar en aspectos importantes de la asignatura.

5.- Los estudiantes deben saber que presentar oralmente unas diapositivas no quiere decir leer los esquemas ante la clase, sino comentar, relacionar, completar con ejemplos… cada uno de los ítems del esquema. Si se limitan a leer su evaluación va a ser “0”, por bien que pueda estar el contenido.

Así, aunque encuentren en Internet alguna presentación que se pueda ajustar a su trabajo, necesariamente tendrán que revisarlas detenidamente y preparar un guión con lo que piensan decir de cada diapositiva. También tendrán que cuidar conocer bien el significado de cada palabra, concepto o dato que pongan en las diapositivas, pues el profesor o cualquiera de sus compañeros podrán hacerles preguntas.

Aquí es donde está la clave de esta actividad. No basta con empaquetar un dosier con lo que encuentran por Internet. El grupo de estudiantes se ve obligado a preparar la exposición oral ante la clase. Y esta preparación les exigirá comprender, analizar, elaborar una nueva síntesis… construir nuevo conocimiento. Luego durante la presentación podrán desarrollar sus competencias de comunicación lingüística, autonomía e iniciativa, aprender a aprender… al exponer sus trabajo y contestar las preguntas de los compañeros y del profesor.

6.- El profesor opcionalmente podrá hacer preguntas sobre el trabajo y su proceso de elaboración a los componentes de cada equipo, para asegurarse de que sí han trabajado en el proyecto.

La nota que obtenga cada alumno dependerá de tres factores: la calidad y adecuación del contenido de las diapositivas, lo bien que lo expliquen a sus compañeros en clase y lo bien que contesten las preguntas del profesor. De manera que en un mismo grupo, no necesariamente todos los integrantes del mismo obtendrán la misma calificación; aunque el trabajo esté muy bien y la presentación se haga muy bien, si alguno no sabe contestar las preguntas del profesor puede quedarse con una mala nota.

Nuevos tiempos y nuevas herramientas requieren nuevas metodologías.



PUBLICADO TAMBIÉN EN WIKISABER

miércoles, 31 de marzo de 2010

Así fue... II Congreso Internacional DIM AULATIC

Entre los días 8 y 28 de marzo de 2010 se ha desarrollado el II Congreso Internacional DIM AULATIC, que ha contado con un espacio virtual en la RED SOCIAL DIM y un evento presencial durante los días 18 y 19 en el Palacio de Congresos nº 2 de Montjuïc de Barcelona, en el marco de Expodidáctica.

En total se presentaron cerca de 50 comunicaciones en el congreso virtual y casi 100 ponencias y comunicaciones en el congreso presencial, al que asistieron más de 500 personas y que fue teleemittdo a todo el mundo a través de Internet.

En el acta web del Congreso pueden consultarse todas estas aportaciones y acceder al reportaje fotográfico, los vídeos y las síntesis/conclusiones de los tres temas centrales del congreso:
- Las aulas 2.0
- La formación en el uso educativo de las TIC que necesitan hoy los docentes.
- Uso de las TIC en la formación en la universidad y en la empresa.

Desde aquí, el agradecimiento al comité organizador, que con su trabajo y entusiasmo lo hizo posible.

lunes, 22 de febrero de 2010

¿Por qué no mejoran las notas de los alumnos con las TIC? (1)

Actualmente (plan Escuela 2.0, “projecte EduCAT 1x1”…) nuestras aulas están recibiendo las mayores dotaciones tecnológicas de la historia: pizarras digitales y lectores de documentos, ordenadores portátiles a disposición de cada alumno, intranets con plataforma educativa…

Estas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) proporcionan a los profesores y a los estudiantes nuevos canales de comunicación entre ellos y con la comunidad educativa, entornos virtuales de trabajo colaborativo, herramientas ofimáticas y la posibilidad de trabajar en la pizarra o en los portátiles con los infinitos recursos educativos multimedia de Internet.

Pero no basta con dotar las aulas de TIC. Para lograr su “buen uso” didáctico e impulsar la innovación educativa, es necesario ofrecer una adecuada formación y apoyo a los profesores, proporcionándole modelos didácticos de uso de las TIC que sean fáciles, eficaces y eficientes. El profesorado debe “ver” que las TIC facilitan su trabajo y que también facilitan los aprendizajes de los estudiantes.

Y es que efectivamente las investigaciones (ver http://www.pangea.org/dim/) indican que, “bien utilizadas”, las TIC facilitan la docencia, logran una alta motivación y participación de los estudiantes en las actividades de aprendizaje y facilitan la adquisición de algunas de las competencias básicas.

No obstante, estas mismas investigaciones una y otra vez nos indican que, pese a que los alumnos aprenden más, en general (porque en experiencias "de laboratorio" si se logran mejoras notables) no se observan mejoras significativas en los rendimientos académicos de los estudiantes, en sus calificaciones. ¿Cómo se explica esta paradoja?

En estos momentos desde el grupo de investigación DIM-UAB estamos realizando nuevos estudios en aulas con pizarra digital y también en aulas 2.0 (ver investigaciones en http://www.pangea.org/peremarques/) centradas en esta problemática y también en identificar las competencias básicas que se pueden trabajar mejor con el apoyo de las TIC.

Como punto de partida consideramos que lo que aprenden los estudiantes trabajando con las TIC, generalmente con actividades de aplicación y disponiendo de acceso a diversas fuentes de información, no es lo que luego se les pide en los exámenes, que siguen siendo los tradicionales exámenes memorísticos empecinados en evaluar la memoria de los alumnos en vez de valorar la adquisición de las competencias que hoy demanda la sociedad.

Es necesario cambiar la manera en la que evaluamos. Por supuesto hay que seguir cultivando la memoria y asegurar a cada estudiante una adecuada red mental de conocimientos, pero de forma progresiva acorde a la edad, pensamos que los estudiantes deberían poder afrontar los exámenes con libre acceso a diversas fuentes de información (libros, Internet…).

Y aún más. Además del cambio metodológico y en la evaluación, pensamos que no basta con maquillar el viejo curriculum con un “enfoque de competencias”. Debemos repensar los objetivos de la escuela a la luz de nuestro ideal humanístico y de las exigencias de la sociedad actual, y construir un nuevo curriculum para Primaria, ESO y Bachillerato. ¿Es que no vemos que la sociedad nos lo exige?

lunes, 4 de enero de 2010

¿La tecnología nos hace progresar?

Desde que somos humanos hemos creado tecnología para adaptarnos mejor al medio ambiente y satisfacer de manera más eficaz y eficiente nuestras necesidades. Desde esta perspectiva podemos afirmar con rotundidad que sí, la tecnología ha supuesto progreso.

Bastará citar algunos hitos tecnológicos decisivos en la evolución de nuestra civilización para justificar esta afirmación. Por ejemplo: el dominio del fuego, la agricultura, la rueda, la escritura, la imprenta, el motor de explosión, la electricidad, la cámara de fotos, los antibióticos, el plástico, la radio y la televisión, las nuevas tecnologías (TIC)…

La tecnología, en todas sus manifestaciones (artefactual, simbólica y procedimental-organizativa), nos ayuda a vivir mejor y nos permite liberar tiempo que podemos dedicar, si queremos, a nuestro desarrollo personal. Y en este sentido, la tecnología nuevamente nos facilita las cosas; por ejemplo Internet pone a nuestro alcance cualquier información que necesitemos y nos facilita el contacto e interacción con cualquier persona del planeta que pueda conectarse a Internet.

Ciertamente las ventajas tecnológicas no llegan a toda la población del planeta a la vez, generando desigualdades entre grupos humanos por razones de régimen político, riqueza o cultura. No obstante, más pronto o más tarde la tecnología va llegando a todos, y muchas veces se encarga de agrietar estas barreras políticas, culturales y hasta económicas. Pensemos por ejemplo en como el coche, la televisión e Internet han roto barreras espaciales, han modificado pautas culturales y hasta han desequilibrado regímenes políticos.

Internet es un buen referente para observar este potencial de penetración social y de cambio cultural que tienen las tecnologías. Se ha convertido en un mundo paralelo, una especie de duplicado del mundo físico, donde las personas podemos buscar información de todo tipo y comunicarnos los unos con los otros, para aprender y trabajar, para hacer gestiones y comprar, para entretenernos y desarrollarnos como personas... Nos hace la vida más fácil y aumenta nuestras posibilidades de desarrollo personal y social; ¿no debería este nuevo mundo estar abierto a todos? ¿No debería ser un nuevo derecho de todo individuo? Afortunadamente algunos países lo ven así, y por ejemplo en Suiza, el acceso a Internet (a velocidad moderada) es gratuito.

Qué duda cabe que progresamos con ayuda de la tecnología. ¿Alguno de los lectores preferiría vivir en una civilización Neolítica? ¿O en el Imperio Romano? ¿Tal vez en la Edad Media?

Pero al mismo tiempo, cada descubrimiento tecnológico supone una amenaza, constituye una nueva caja de Pandora llena de potenciales riesgos, porque la tecnología en definitiva proporciona medios, herramientas que podemos utilizar bien o mal, y para el bien o para el mal.

Por una parte tenemos el riesgo de utilizar mal la tecnología y en este caso, en vez de proporcionarnos beneficios, nos perjudicará. Por ejemplo, la electricidad nos puede electrocutar, con un coche podemos provocar un accidente, una central nuclear puede emitir una contaminación letal…

Y es que la tecnología exige formación a sus usuarios y determinadas competencias y responsabilidad a sus gestores. Lo que no siempre se da, debido a comportamientos tan humanos como la precipitación, el exceso de confianza, el desmedido afán de lucro que mueve a reducir las medidas de seguridad… Y por si fuera poco, los seres humanos somos muy falibles, y factores físicos y emocionales alteran fácilmente nuestra memoria, atención, razonamiento y voluntad.

Por otra parte, los humanos no somos intrínsecamente buenos. Pese a un cierto sentimiento de transcendencia, el contexto social y cultural que nos rodea determina en parte nuestro comportamiento, regido por el afán de supervivencia y afecto en un entorno lo más agradable posible. A menudo actuamos en complejos equilibrios entre el altruismo y el egoísmo, y a veces hasta podemos encontrar justificaciones para actuar de forma “inhumana”, con total desprecio a los demás. En estos casos (guerras, delitos medioambientales, estafas económicas…) la tecnología también nos ayuda, y podemos ser enormemente destructivos.

En suma. La tecnología es progreso, aunque comporta riesgos. Y el mayor riesgo somos nosotros mismos, porque aún no hemos progresado suficientemente en nuestro desarrollo personal y social. Y en este mundo global en el que todos dependemos tanto de todos, necesitamos desarrollar y regular una adecuada consciencia social y medioambiental; para ello también nos pueden ayudar “tecnologías sociales” como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la extensión y mejora de un derecho básico del individuo como es la Educación.

Publicado en la sección Opinión de La Vanguardia (27-12-2009)